Durante muchas décadas, las mujeres hemos ido cambiando nuestro papel en la cultura de nuestro país no sólo financiera sino también cultural y laboralmente. En épocas pasadas no se hubiera imaginado que una mujer dirigiera una empresa -mucho menos internacional- ni eligiera con quién formar una familia, que pudiera votar, emprender un negocio, trabajar por su cuenta y muchos escenarios más.
Después de años de lucha, acuerdos y de evolución (aunque todavía nos falta seguir avanzando), hemos logrado llegar a tener posibilidades de creación de nuestro propio ingreso, de independencia económica, de dirigir áreas, empresas y países.
Al mismo tiempo nos damos cuenta que directa e indirectamente somos candidatas para ser las mejores ahorradoras y materializar patrimonios, sólo que algunas no saben cómo. Sumando más virtudes a nuestro perfil femenino, definitivamente tenemos más paciencia en el tema de inversiones, entendemos que hay que apostarle al largo plazo y que las cosas no se hacen de la noche a la mañana. Nos gusta diversificar, garantizar lo que nos da grandes oportunidades de convertirnos en excelentes inversionistas y la mayoría sabemos que si adquirimos un compromiso económico, seremos responsables para cumplir con él.
Actualmente, el 40% de las mujeres emprendedoras contamos con la costumbre del ahorro, de ese porcentaje, el 64% guarda sus ahorros en el banco y el 30% en tandas o en casa. Sólo el 22% de las emprendedoras contamos con un seguro y el 64% carece de un ahorro para el retiro. (Forbes México)
Como mujer emprendedora, inversionista y especialista en crecimiento de patrimonios, identifico un potencial altísimo en cada una de las mujeres que tenemos deseos de vivir mejor y de tener más inteligencia financiera, porque somos definitivamente generadoras de riqueza. Sin embargo, a muchas les falta saber cómo hacerlo, ya que siempre ha habido una brecha entre la realidad y lo que se nos dijo y enseñó desde niñas. Seguimos viviendo en una cultura donde el dinero es un tabú para algunos miembros de la familia, donde da miedo abordar temas de dinero con nuestra pareja o hijos y también donde existe un desconocimiento del manejo de nuestras finanzas.
Percibo a las mujeres como generadoras de riqueza sin saber realmente hacia dónde dirigir sus recursos y también considero que se le ha dado demasiado peso emocional al dinero, encomendarle todo nuestro bienestar y felicidad también desvía el poder que el éste puede darnos como la herramienta que es. Siempre propondré más balance, autoconocimiento e inteligencia financiera.
Después de 7 años continuos de hablar sobre el tema con muchas clientes y amigas, me he dado cuenta de que hemos cojeado muchas veces del mismo pie, hemos sido impactadas por la falta de conocimiento financiero y por un consumismo que nos desconecta del estrés o de la presión social y familiar, ya que al comprar ropa, zapatos o accesorios que hacen alusión a una perfección que se nos exige, pero que percibo un tanto absurda e imposible ya que somos mujeres reales en días comunes y eso nos lleva a lugares poco estratégicos para tener tranquilidad financiera.
Dejemos de crear una cultura de preferir transferir la responsabilidad de nuestra manutención y de nuestra riqueza a otros en lugar de tomar todo nuestro absoluto poder para generarla, crearla y ser creativas para crecerla y disfrutarla en el camino siendo dueñas de esa toma de decisiones.
Como mujer me siento orgullosa de ver a otras mujeres triunfar en diferentes ámbitos y al mismo tiempo, ser testigo de muchas quienes desempeñan un rol de madres, directoras, emprendedoras y empresarias, alterándose entre diferentes actividades y roles e incrementando cada vez más su independencia económica.
Para ser clara y concluir, hoy podemos ejercer el rol que queramos y decidamos, podemos fortalecer nuestra economía individual, podemos convertirnos en inversionistas, podemos crecer y crear. El no saber cómo hacerlo es un punto de partida entre tú y yo, hoy existe un camino que yo he recorrido durante años y me llena de satisfacción poder compartirlo contigo y enseñárselo a más mujeres como tú.
Hoy y siempre, mujeres, ¡recordemos que somos generadoras de riqueza!